Recordando viejos tiempos~

Sí. Se corrían rumores de que la Grecia antigua había desaparecido bajo los macedonios y un montón de falacias más. "Pero aún estoy aquí" se decía ella felizmente mientras caminaba a hacia la casa de cierto oriental conocido de la antigüedad.

Llegó a la gran casa de Wang y golpeó la puerta esperando que le abrieran. Debía haber alguien en casa. No por nada había enviado la carta hacía semanas. Esperó por un par de minutos y al no escuchar ningún ruido se comenzó a preocupar.

¿Qué habría sido del chino?

Desde hace un tiempo había estado esperando ansiosamente descubrir si el contenido de aquella carta era real, al comienzo se había emocionado pero con el pasar de los días empezaba a cuestionar la veracidad del mensaje ¿Era posible que aquella mujer que conoció en su infancia apareciera después de siglos… milenios de ausencia?, aún así había estado preparado, en el caso de tener una visita tan especial.

Sintió el sonido de la puerta y rápidamente se deslizó por los enormes pasillos de su casa, tomó aire esperanzado por el reencuentro, tal como llevaba haciendo hace semanas. Pero esta vez el resultado era otro. ¡Ella realmente había aparecido!

- ¡Aiyaa! – exclamó emocionado al verla, no había cambiado nada desde la última vez que la vio, era como si el tiempo se hubiese detenido.- ¡Grecia, ha pasado tanto tiempo aru! ¡por favor, pasa aru!

- ¡Aiyaa! – exclamó emocionado al verla, no había cambiado nada desde la última vez que la vio, era como si el tiempo se hubiese detenido.- ¡Grecia, ha pasado tanto tiempo aru! ¡por favor, pasa aru!

-China! Estás... ¡Estás tan grande! - dijo prácticamente saltándole encima como una colegiala - ¡Y tan lindo! ¿Como estás? ¿Que ha sido de ti? - decia emocionada mientras le acariciaba el cabello.

¿Cuánto tiempo habia sido ya? ¿Mil? ¿Dos mil años? ¿Más? Todo estaba tan cambiado, tan diferente. El solo hecho de salir de la casa que compartía con su hijo era una tortura. Ahora solo por saber de sus antiguos amigos se habia arriesgado a salir de la casa. Pasar dos mil y algo años desaparecida y derrepente aparecer no era fácil...

Se sintió algo avergonzado al oírla hablar de esa forma sobre él, ¿pero qué más podría esperar? era casi un niño cuando se reunieron por última vez, además la efusividad era algo que caracterizaba a los occidentales y tampoco podía negar que -por respeto- había reprimido sus deseos de abrazarla.

- Xie xie – respondió completamente sonrojado, sintiéndose algo infantil – Pues… han pasado tantas cosas que no sabría por donde empezar aru. Pero deberíamos entrar, prepararé algo de té para usted aru – sonrió con sinceridad.

¿Dónde había estado hasta ahora aru? ¿Por qué desapareció por tanto tiempo? es lo que habría querido decir, pero le pareció demasiado impertinente hacer esa clase de preguntas, mas bien, esperaba que con el fluir de la conversación sus dudas pudiesen disiparse.

- Xie xie – respondió completamente sonrojado – Pues… han pasado tantas cosas que no sabría por donde empezar aru. Pero deberíamos entrar, prepararé algo de té para usted aru – sonrió con sinceridad.

-Efgaristo, China-kun - dijo mientras entraba en la casa sin dejar de sonreir. No podía negar que ver al chino la había alegrado más que cualquier cosa. Era una de las pocas cosas que le recordaban su pasado... - ¿Qué ha sido del mundo en estos años? ¿Aún existe ese pervertido de Romano? - preguntó con desidia mientras ingresaba por una de las amplias puertas de la casa oriental.

Todo estaba tan cambiado que le sorprendía en demasía. ¿Cómo pudo pasar tanto tiempo literalmente "sepultada" en el pasado?

Se había perdido de tanto...

- ¡Ah! Como habrás visto, todo ha cambiado tanto aru, han surgido nuevas naciones, ha habido guerras horribles y algunos de nuestros conocidos han desaparecido aru… Imperio Romano es uno de ellos aru – suspiró pesadamente y prosiguió,- de hecho, durante mucho tiempo creí que yo era el único que seguía aquí aru, ¡me sorprendió mucho su visita!, al leer su carta creí que podría tratarse de una mala broma aru.

Mientras decía todo eso, la guió hasta una amplia habitación con una mesa en el centro, donde esperaban dos de sus más finas tazas de porcelana blanca con un detallado diseño de dragones dorados, un infusor con la misma temática y algunas fuentes con dulces tradicionales.

Había estado preparado para aquel momento y estaba dispuesto a atenderla como merecía.

-Así que ya no está con nosotros - suspiró un tanto sorprendida y triste a la vez, haciendose la idea de que aquel hombre ya no estaba con vida - Yo igual pensé que todo era una mala broma cuando desperté en la casa de Hera-chan, China-kun. ¿Sabes lo terrible que fue ver todas tus construcciones destruidas? - decía mientras se sentaba a la mesa del oriental - Es... como despertar un día y ver destruido y cambiado todo lo que conoces.

Comenzó a servirse un poco de té y le sirvió un poco al Chino. Después prosiguió.

-Quizás es extraño para ti verme aquí... viva. Supongo que Germania o Egipto tampoco están, ¿no? Tienen que haber desaparecido... o haber quedado sepultados como yo... o... Quizás ni Zeus lo sepa!

- ¡Xie xie! – agradeció ante la acción de su invitada, había sido muy descuidado al no ser él quien sirviera, ¡qué descortesía!, aún así prefirió restarle importancia y seguir el hilo de la conversación. – Si para mí fue difícil tener que ver cómo el mundo cambiaba gradualmente, me imagino que su experiencia debió ser terrible aru – suspiró melancólicamente – aún recuerdo aquellos días en que todos estaban aquí… aunque sus visitas en ese entonces tampoco eran muy recurrentes aru.

Bebió un poco de té y decidió comer mantou, ofreciéndole a Grecia probar algunos.

-¿que dulces son estos, China-kun?... ¡ah! ¡Lo siento tanto! Veo que ya no eres un niño... Estás convertido en una gran nación - exclamó con orgullo impregnando su voz. Un brillo casi maternal se expresaba en sus ojos - Pero yo.. sigo igual, ¿no? ¿O me veo más vieja? - rió

Y tomando uno de los dulces que le habian ofrecido comenzó a comerlo mientras contemplaba la enorme sala de la casa oriental. Desde los tapices que cubrian las paredes hasta la delicada porcelana de las tazas. De pronto reparó en cierto felino que movia su pata ubicado en una repisa y se levantó a tomarlo. El material le pareció extraño al simple tacto.

-¿Qué es esto, China-k...-san? - se corrigiño al ultimo momento aún apreciando la calidad del suave material.