Cenando con nii-san {privado}

Caminaba con algo de dificultad entre la espesa y fría nieve. Sintiendo que con cada paso que daba se hundía más y más en esta. Desde hace unos días atrás le había enviado una carta a su hermano notificandole que quería ir a cenar con él a su casa y que ella misma haría la cena. La nieve estaba muy fría y a pesar de que traía botas le molestaba un poco aunque no era nada del otro mundo, estaba acostumbrada. Al llegar a la casa del ruso tocó con sus nudillos la puerta esperando que le abriera. No quería pensar que su hermano estaba escondido en el armario o que no le recibiría porque si ese fuera el caso ella misma entraría y lo sacaría de ahí para poder cenar.

Volvió a tocar con más insistencia. Intento abrir la puerta pero notó que estaba cerrada. ¿No quería que pasara?. No importaba, tenía la solución. Buscó en uno de sus bolsillos una pequeña llave la cual casi se le cae a la nieve gracias a los fuertes vientos que le empujaban. Con la pequeña llave abrió la puerta frente a ella y la cerró con seguro. Luego se recargó a la puerta y dejó escapar un suspiro.

-¿Nii-san?...-esperaba que apareciera-Nii-san, he llegado-anunció mientras se quitaba el grueso abrigo que traía puesto.

Suspiró, intentando comportarse con normalidad. Estaba en su habitación, enserrado y notablemente ansioso debido a la carta que hacía algunos días había llegado a su casa por parte de Natasha, anunciándole que vendría a cenar con él.

El solo pensar que en unos momentos llegaría su hermana menor le causó un pequeño espasmo. Aún no podía acostumbrarse del todo a su precencia.

Se quedó mirando la pared, intentando distraerse y autoconvencerse de que no pasaría nada por una simple cena.

Un sonido lo hizo reaccionar. El ruido producido del chocar de los nudillos contra la caoba era inconfundible, sobre todo cuando era tan insesante. Belarús había llegado.

Palideció un momento, quedandose plantado allí, recargado y en blanco. Pasó unos momentos en ese estado comatoso, hasta que el "clic" de la puerta y el lejano sonido de la voz de la menor le hicieron despertar.

-... -Suspiró de nueva cuenta, intentando recuperar la compostura y abriendo, aún un tanto tembloroso, dirigiendose al umbral de la puerta. -Privet, nee-chan... -Saludó, manteniendo a raya ese tono aterrado que siempre utilizaba con ella.

Dejó el abrigo color negro sobre uno de los sofás mientras continuaba buscando con la mirada a su hermano. Le chimenea estaba encendida lo que significaba que a lo mejor algún báltico o su hermano estaban en casa. No fue hasta que escuchó el sonido de la puerta abrirse que se volteó y le vió allí. A su hermano.

Si no hubiese sido porque no quería asustarlo se le hubiese tirado encima y abrazado con toda la fuerza que traía consigo en ese momento pero no, debía controlarse. Se acercó tratando de no asustarle, deteniendose frente a frente a él.

-Vitaju, nii-san. Pensé que no aparecerías.-le dijo con su rostro serio y un tanto frío-¿Cómo estás?-

Le era algo difícil acostumbrarse a hacer esos tipos de preguntas. Normalmente ahora y estaría persiguiendole por toda la residencia gritandole o exigiendole que se casara con ella pero quería ser paciente esta vez, todo por no asustar a su hermano. Apretó ligeramente su mano formando un puño. Aguantaría todo lo necesario por tal de no asustar al ruso. Esa era su meta.