Chocolate en la lluvia (Lili)

Fue incómodo, y como siempre, yo tenía que decir lo más inadecuado... Tomó mi mano y nos alejamos de la habitación. Cuánto daría por saber que debo y no debo decir, y ahora ella sufría las consecuencias como una carga en sus hombros. Salió a mojarse en la lluvia, que diablos, aún me sentía inseguro.

-Te toca regañarme por ser un aguafiestas... pero te vas resfriar tú- Dije con una pequeña sonrisa, pero en el fon, un tanto preocupado y dolido. No fue bien medido lo que dije, cuando menos quería hacerla sentir de esa forma; era un idiota que ni siquiera merecía tener su compañía. Solo miré como disfrutaba de la lluvia, deseaba irme del lugar y dejarla sola, porque es lo que seguramente ella necesitaba... y quería.

No era feliz.

Nuevamente, estaba inseguro con respecto a qué hacer. No recordaba haber tenido un día tan difícil como el de ahora, muchos eventos diferentes hicieron resaltar el hecho de que nuestra relación no podía seguir con la fachada de mejores amigos o de "hermanos", las cosas cambiaban... y esta metamorfosis era el inicio de tal vez, un proceso difícil de comprender o aguantar.

Fue... doloroso ver como me tomaba de la manga, como si se rehusara o le doliera el contacto físico ¿Cómo no podría ser si yo la había lastimado con lo que dije? Quise apartarme, pero entre Lili y una parte escondida que me obligaba a avanzar hicieron que en menos de un segundo, la espesa cortina de lluvia me mojara por completo. Cada palabra suya era como una puñalada al pecho... ardía como hierro al rojo vivo escucharla. Decidí no pensar más y asentí, viéndole a los ojos. Una vez ella cerró los suyos, hice lo mismo de mi parte, impidiendo la vista de la cruda realidad.

Y por un momento, creí que las penas desaparecían al escuchar la lluvia.

...

Y de esta forma, una parte de mí caía al piso... y se reventaba en pedazos tan pequeños que sería imposible recolectarlos todos, no sin cortarme las manos en el proceso. Solo pude observar como ella se iba, nuevamente mis piernas no respondían, quería correr tras ella y decirle que no importaba, que todo iba a estar bien. Pero no, era un cobarde malagradecido.

Permanecí un rato más bajo la lluvia, ésta caía con fuerza, como miles de piedras. No quedaba más por hacer, solo esperar a que algo nos hiciera sentir mejor, cosa que dudaba pues era la primera vez que sufríamos tanto en este sentido. Con las manos en los bolsillos, caminé hacia por el instituto, e increíblemente evadí las habitaciones, ni siquiera les dirigí una mirada. Atravesé miles de pasillos, hasta terminar en un salón abandonado, entré sin importarme que no tuviera permitido y me senté en una esquina del lugar, recargándome contra un librero. No tenía mi chaqueta como para poder hacerme una almohada improvisada, así que recosté la cabeza contra la madera, viendo la ventana... y en efecto a la lluvia.

No sé cuanto tiempo permanecí sentado, solo sé que debieron ser muchas horas, el cielo había oscurecido de sobremanera... y tenía algo de frío. Me dio poca importancia y seguí observando la lluvia, reflexionando...

Cerré los ojos lentamente, estaba tan concentrado en intentar solucionar el problema que no escuché los pasos hasta sentir a Lili abrazarme con enorme fuerza, se veía... tan indefensa, tan vulnerable como la primera vez que nos conocimos. Había perdido la noción del tiempo, tan absorto en mis pensamientos que olvidé por completo lo que tenía que hacer. La abracé con fuera, sin ánimos o ganas de poder apartarla.

-Jamás me escondería de tí... terminé por casualidad aquí, eso es todo- Intentaba consolarla, las lágrimas se derramaban de sus ojos... era un idiota, siempre arruinaba todo. Le acaricié la espalda, intentando tranquilizarla como siempre lo hacía cuando era necesario. Suspiré un poco, hasta ese momento me di cuenta de que me encontraba exhausto física y mentalmente, sin mencionar que no había comido nada desde la mañana y que estuve corriendo por todos lados. Los párpados me pesaban y peleaba por permanecer despierto, pero no dije nada, la tranquilidad era algo que deseaba más que nada, tanto en el ambiente como en nuestras vidas.

-Estoy bien... no es nada- Fue la peor mentira, cada paso que daba volvían a mis piernas débiles, sentía en efecto el calor en las mejillas, sin embargo todavía no tenía fiebre... bueno, aún no. Estaba feliz, y la verdad es que con eso me sentía un poco mejor. No me resistí otra vez y dejé que me guiara, a duras penas era capaz de mantenerme consciente. El único factor que lograba que no me fuera de ahí para quedarme solo, es que Lili se había animado a tomarme de la mano nuevamente...

Cuando Lili estaba abriendo la puerta de su habitación, me recargué unos momentos contra la pared, me estaba sintiendo terrible, cerré los ojos y suspiré un poco, era difícil mantenerme en pie, intenté que no pareciera tan mal, pero era imposible, además de que ella tenía un sentido increíble para detectar mis artimañas, no me estaba haciendo ningún bien aparentar lo que no era. Tosí un poco y pude notar que tenía un sudor frío en la nuca y en la espalda, la sensación era horrible.

Fue raro que solo estuviera en ropa interior frente a ella, pero me daba igual, al menos no iba de comando por la escuela como Francis y usaba bóxers... como fuera, apenas me recosté contra la cama me sentí mejor, no pasaron ni tres segundos a mi parecer cuando ella ya estaba a mi lado con el pañuelo para bajarme la temperatura.

Cerré los ojos, la lámpara me lastimaba la vista luego de permanecer tanto tiempo en un sitio oscuro. Sonreí un poco, sin abrir los párpados todavía. -La verdad es que no, después de todo, tú fuiste la primera en advertirme que no debía mojarme...- Respiraba con un poco de dificultad, tosí más... y me arropé un poco con la cobija, estaba muerto de frío, de hambre y de sueño, menuda salida que me tocó hoy, con problemas sentimentales y con una enfermedad encima.

Ella se veía cansada también, así que intenté no darle problemas, era fastidioso saber que por ser tan terco siempre ella tenía que sufrir las consecuencias, aunque yo fuera el enfermo siempre me cuidaba, en cambio yo era el mimado consentido que debía ser soportado. Suspiré y dejé el chocolate en el mueble de a lado, no iba a comerlo.

Obedecí y con algo de trabajo pude medio sentarme en la cama y me tomé todo el jarabe, no dije nada por el sabor, aunque no es como si me hubiera encantado. - Ve a fuera a hacer tus pendientes... puedo dormirme un rato mientras tanto- No iba a irme... ni podía ni quería, me volví a acostar en la cama.

-En serio, me encuentro mejor... sal si es necesario- Me encogí un poco entre las cobijas, mucho más cómodo y sin tanta molestia. La cama olía de forma dulce, como a Lili, eso me tranquilizó un poco.

Suspiré, ella tampoco iba a aceptar lo que tuviera que decir. No respondí nada y me acurruqué más contra la cama, estaba dispuesto a dormir, algo que mi cuerpo me pedía a gritos, pero antes, debía hacer algo. Con la poca fuerza que tenía en ese instante, me llegué a sentar y le di un beso en la mejilla.

-Gracias por todo- Le dediqué una pequeña sonrisa, como al menos una muestra de afecto. Una vez tranquilo, me volví a acostar, calmado y con la mente en un alivio constante. En el fondo realmente le agradecía mucho más que eso, ella era mi mejor amiga... mi hermanita, jamás iba a dejar de quererle. Tuve la libertad de cerrar los ojos y no pensar en nada más, en cuestión de segundos, ya estaba completamente dormido.

La sensación de la oscuridad era abrigadora, estaba despierto, pero me encontraba demasiado cómodo pensando sin tener que abrir los ojos como para deshechar la oportunidad tan fácilmente. No hice realmente ningún avance con respecto a solucionar el problema, aunque ya no había que darle un nudo, pues se había olvidado con un rato... o en este caso, con otra mera preocupación. Luego de un rato, abrí los ojos, todavía un poco cansado...

No me esperaba amanecer de esta forma.

Lili y yo estábamos demasiado cerca... no nos tocábamos, pero en sí, cada quien invadía el espacio personal del otro. Su rostro estaba demasiado cerca, podía sentir su respiración y eso hizo que me diera un ataque de ansiedad. Como pude, me giré sin despertarla, era temprano todavía, tanto que la otra cama no estaba siquiera ocupada, estaba igual que la última vez que la ví. Antes de que me diera cuenta, me encontraba mucho mejor, más descansado y sin frío, pero si con hambre. Mi ropa mojada estaba un tanto fría, pero me la puse y salí de la habitación hacia la mía.

Antonio no estaba ahí, un completo alivio pues con total libertad me cambié por algo mucho más cómodo y que me cubriera más, unos pants y una camisa de algodón. Di un bostezo, todavía somñoliento regresé a la recámara de Lili, estaba todavía dormida. Quería seguir dormido, pero quise ayudarle de alguna forma, así que abrí su laptop... y ahí estaba su tarea. Antes de que me diera cuenta ya estaba tecleando las respuestas al cuestionario, terminé en menos de 10 minutos y la cerré, dejándola como estaba, volví a la cama y me acosté otro rato. Me sentí satisfecho, volví a caer en la red del sueño.

Nuevamente, ni idea de qué horas eran, pero ahora sí, estaba perfectamente sano... o dentro de lo que cabía, pues era capaz de asegurar que mi estómago se estaba comiendo solo por la falta de alimento en... 24 horas. Me moví un poco y noté como a un lado, Lili tenía puesta la pijama y trabajaba en su computadora, pero su aspecto era horrible. Luego de frotarme con cuidado los ojos me senté en la cama.

-Lili... no tienes un buen aspecto... ¿Te sientes bien? - Muy tonto de mi parte preguntar, claro que no estaba bien, incluso un ciego se daría cuenta. Realmente no esperé su respuesta y me levanté para tomarle la temperatura tal cuál ella lo había hecho el día anterior. Estaba ardiendo, con todo lo que habíamos hecho ayer era natural que nos enfermáramos, ahora era mi turno de cuidarla.

-Ya vengo, voy por algo para desayunar, apuesto a que no has comido nada- Rápidamente salí en dirección a la cafetería, le pedí a la cocinera que si podía servirme algo para una persona enferma y ella inmediatamente lo hizo, pareciera que sabía de quien se trataba. Antes de cualquier otra cosa, me entregó todo en una mesa de madera, le agradecí y regresé a la habitación. Gracias al cielo, Lili seguía como si nada, no había empeorado. Reemplacé la laptop por la mesa con la comida.

-Ahora, a desayunar, no puedes tomar ningún medicamento en ayunas, menos cuando estás así de delicada- Me senté a un lado, vigilando a que se comiera todo... no le di importancia a que hubiera cubiertos extra, no iba a comer hasta que ella se resignara a tomar los primeros bocados.

-Me encuentro mejor... pero no voy a exigirme, como has dicho, no estoy del todo repuesto- Me acomodé mejor en la cama para no acaparar todo el espacio, escuché lo que tuvo que decir y le contesté con toda la sinceridad posible, tenía suficiente con estar cuidándome aún cuando estaba enferma. -No planeo hacer algo importante, terminé mi tarea desde que la dejaron... y salir a trotar no es una prioridad ahora- Una vez ella comenzó a comer hice lo mismo.

Pasamos el desayuno en total silencio, pero no uno incómodo como los muchos que hubo ayer, sino uno agradable. Yo terminé mi plato un poco antes que ella, por mientras, revisaba que medicamentos debía tomarse, con qué constancia y la cantidad. Al menos no estaba muy delicada, pero si no actuaba rápido, era casi seguro que se pondría peor en una media hora cuando mucho. Esperé a que terminara de comer.

-¿Estás mejor?- Pregunté, sintiéndome sobreprotector, como su hermano mayor.

Estuve a nada de soltar un maldición cuando vi a Lili toser de aquella manera, debía apresurarme. Hice caso y puse el jarabe en una cucharara limpia, con cuidado de no derramarla la acerqué y una vez estuviera en su boca dejé el cubierto sobre los platos sucios, los cuáles dejé en un lugar elevado para que Copito no estuviera de vago entre ellos.

-Mejor dejo esto en la cocina, no vayamos a atraer otra clase de animales- Estaba consciente de que a Lili no le gustaban para nada los insectos, mucho menos las cucarachas, así que no iba a arriesgarme a que ocurriera algo por la mañana. Tomé las bandejas con cuidado y me alejé hasta la cocina, una vez estaba ahí la misma cocinera me entregó unas tazas calientes... si no me equivocaba, eran té de limón con miel en la cuchara, eso vendría bien aunque no fuera un resfriado exactamente. Regresé y nuevamente agradecí porque ella no estuviera demasiado mal.

-Toma un sorbo de esto, te hará sentir mejor- Revolví el té con la cuchara hasta que la miel se desprendiera, mientras acaricié un poco a Copito, quien ya no se veía tan cauteloso conmigo.